LA DECADENCIA BRITÁNICA

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Mucho se ha hablado de la decadencia británica en el mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Incluso en los últimos tiempos se ha comentado, con acierto, que el Brexit es un peldaño más en la escalera que les lleva en ese descenso. Lo que aquí vamos a defender es que esa decadencia no es consecuencia de la pérdida de voluntad por incidir en los designios internacionales. La razón que lo explicaría es mucho más sencilla: Es la consecuencia de la falta de medios para poder mantener esa voluntad. Algo que se ha repetido a lo largo de la historia, y por la que España, también transitó en el pasado.

Un poco de historia

A partir de 1945 se produce la desaparición del Imperio. La inmensa mayoría de sus colonias obtienen la independencia. Aún mantienen algunos restos (Gibraltar, Malvinas…) y una cierta ascendencia a través de la Commonwealth, pero no son ni la sombra de lo que fueron.

Por otro lado, el nacimiento de la CEE en los años cincuenta hace resurgir el poder político y económico del viejo continente. Aunque en un principio Gran Bretaña rechaza entrar, no tardarán en darse cuenta de que tal hecho les conllevaría un mayor aislamiento internacional, por lo que solicitarán su posterior adhesión en un intento de «controlar desde dentro» el avance de la CEE-UE.

Sin embargo, es la guerra fría lo que realmente suscita la preocupación mundial. Y es ahí donde los británicos aprovechan la oportunidad para mantener su estatus, sobre todo, incentivando y cultivando la estrecha relación que mantienen desde la guerra con los Estados Unidos.

Felipe Bozzo

Cuando uno se adentra, entre otros, en la lectura de Cazador de Espías (Peter Wrigth, 1987), GCHQ; The Uncensored Store of Britain’s Most Secret Intelligence Agency (Richard Aldrich, 2010) o Al Servicio de Su Majestad (Gordon Thomas, 2009) observa como de forma reiterada se expone que el MI5, GCHQ y el MI6 (servicios de inteligencia interior, de señales y exterior, respectivamente) sufren una falta continua de medios técnicos y económicos, solo paliada por la continua asistencia norteamericana.

Las nuevas circunstancias

A pesar de todo, el devenir de las circunstancias nacionales e internacionales ha incidido de nuevo en el progresivo deterioro de la capacidad británica para conservar esa condición privilegiada en el ámbito geopolítico.

A nivel interno, señalaremos como elementos esenciales el elevado coste dedicado a la defensa y el Brexit.

Defensa

Los británicos dispusieron en 2020 de un presupuesto de defensa de 61.500 millones de dólares, el cuarto en el ranking mundial, el segundo de la OTAN y el mayor de Europa en la materia.

Aunque hábilmente están reestructurando sus unidades aéreas y marítimas hacia las fuerzas expedicionarias, pensando en ayudar a los EE.UU. en su rivalidad con China, esto no se está haciendo sin mostrar grandes dificultades. Varios programas han tenido que retrasarse, suspenderse o posponerse en los ámbitos marítimo y aéreo, al mismo tiempo que se han reordenado y reducido medios y tropas terrestres para acomodar la situación a su economía real.

Reuters – Kieran Doherty

Tampoco hay que olvidar el elevado coste que supone sustentar la fuerza de submarinos nucleares. Pero bueno, como dice don Quijote: «No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmalazado».

Brexit

Sin duda el Brexit es consecuencia de una decisión política partidista, es decir, una resolución del partido conservador con el objetivo de obtener votos. Por supuesto, había un clima social y político previo que lo respaldaba, pero ni las instituciones ni la alta jerarquía funcionarial estaban por la labor, pues eran conocedores de lo que esto supondría a medio y largo plazo para el país.

La salida de la UE ha significado, de hecho todavía no ha acabado, un enorme dolor de cabeza para las instituciones de la isla. En el ámbito político, han vuelto a aflorar los temores porque resurja la violencia en Irlanda del Norte. Asimismo, Escocia, que no está de acuerdo con la salida de la Unión, ha demandado un nuevo referéndum de independencia. A nivel social, los británicos se han dividido entre defensores y detractores de la permanencia.

Por otra parte, la nueva situación también ha significado una gran reestructuración de la geopolítica británica. Se han puesto en marcha negociaciones bilaterales con los países e instituciones internacionales para adecuarse al nuevo marco post Brexit.

A estos perjuicios políticos, sociales y económicos, hemos de sumarle lo que supondrán los costes del covid19, evidentemente como al resto del mundo, a las arcas británicas.

Si hasta aquí hemos visto los sufrimientos que han tenido que realizar los diferentes gobiernos que han pasado por el 10 de downing street desde el final de la IIGM, el futuro tampoco se les promete muy felices.

Futuro

La nueva geopolítica mundial que enfrenta a los EE.UU. con China supondrá una alineación con los dos grandes actores y una focalización de los asuntos internacionales en Asia.

¿Qué significa esto en la práctica para los británicos?

Como ya hemos comentado anteriormente en nuestro blog, los Estados Unidos están centrando todos sus recursos contra China, demandando a sus aliados que se impliquen más en el conjunto de los problemas regionales que les afectan (Los países europeos y de la OTAN, y su relación con Rusia, por ejemplo) o implicándose directamente en resolverlos (Israel buscando alianzas en Oriente Medio, por ejemplo).

Para Gran Bretaña esto va a significar un aumento del esfuerzo que hasta ahora llevaba a cabo para preservar su presencia internacional (El AUKUS es un claro ejemplo), y lo va a hacer contando con menos recursos, pues los norteamericanos, que como se ve no están sobrados, los van a concentrar en el Pacífico.

Por un lado, tendrán que diversificarse en Europa, frente a la UE y Rusia, y por otro lado, destinar recursos para ayudar en Asia. No dudamos que lo van a intentar, pero no creemos que lo vayan a conseguir.

DPA – Simon Dawson

Conclusión

Desde nuestro punto de vista, en los próximos años seguiremos viendo un suave declinar hacia la decadencia británica.

El elevado volumen del gasto en defensa, sobredimensionado con respecto a las necesidades que realmente necesita para protegerse, ha repercutido en otros ámbitos de la sociedad británica. De sobra son conocidos en el área de la sanidad y, como se puso de manifiesto en fechas recientes, también en lo concerniente a los servicios y los transportes.

Evidentemente, estas carencias son bien conocidas por los gobiernos de Londres. Saben el dinero del que disponen y lo destinan allí donde lo consideran oportuno: A mantener su estatus internacional.

Lo mismo podemos decir del Brexit. Sus consecuencias, igual que las del covid19, serán a medio y largo plazo.

Asimismo, el aumento de la presencia activa en Asia significará un incremento del gasto que irá desgastando inexorablemente sus capacidades.

Al final, la realidad se impondrá. Gran Bretaña tendrá que asumir que con su economía es incapaz de mantener el ritmo de su presencia mundial, y en consecuencia, tendrá que adaptarse a su envergadura internacional.

No porque no quieran, sino porque no pueden.

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