ESPAÑA, RAZÓN DE ESTADO Y EQUILIBRIO DEL PODER: Argelia, Marruecos y el Sáhara Occidental

Introducción:

El sorprendente cambio de política llevada a cabo por Pedro Sánchez con respecto al Sáhara Occidental, ha supuesto un giro histórico en la posición geopolítica española sobre buena parte del Magreb.

Las razones son todavía desconocidas, pero algunas de las consecuencias ya están a la vista de todos.

Vamos a exponer nuestro punto de vista sobre cuáles eran las posturas doctrinales defendidas hasta el momento, desde cuándo y porqué, es decir, cuál era la Razón de Estado y el Equilibrio del Poder que han sostenido los diversos gobiernos para una zona tan importante para los intereses españoles como es la que tiene que ver con Argelia, el Sáhara Occidental y Marruecos.

Acotando términos:

Philippe de Champaigne. El Cardenal Richelieu

En el siglo XVII el cardenal Richelieu tenía como objetivo hacer de Francia la primera nación de Europa, en detrimento de los Habsburgos españoles y austriacos. Con este fin, desarrolló los principios de Maquiavelo en una nueva doctrina, a la que con el tiempo, conocimos por los nombres de Razón de Estado y el Equilibrio del Poder. ¿En qué consisten?

La Razón de Estado hace referencia a las medidas excepcionales que ejerce un gobernante con objeto de conservar o incrementar la salud y la fuerza de un Estado, bajo el supuesto de que la supervivencia de dicho Estado es un valor superior a otros derechos individuales o colectivos. En palabras de Henry Kissinger: «El Estado constituye el valor supremo, siendo la función del gobernante, engrandecerlo y fomentar su propia gloria».

El Equilibrio del Poder en las relaciones internacionales es una situación política internacional en la que los Estados intentan mantener el denominado statu quo o al menos una situación aproximada al equilibrio en sus relaciones con otros Estados, o de él sobre otros, a efectos de prevenir el ejercicio en exclusiva del poder por alguno de ellos.

Desde el siglo XVII se le ha dominado Realpolitik, Interés Nacional…, pero en el fondo, ha seguido practicando los mismos principios.

Un poco de historia:

Los años 50, 60 y 70 supusieron el choque de la dictadura de Franco con la realidad de la nueva situación surgida en el Magreb.

Ecured

Desde la independencia de Marruecos en 1956 hasta la muerte del general, la política exterior española se fue adaptando al ritmo que marcaba el reino alauita. En este sentido, la agresividad marroquí fue respondida de igual manera: La guerra de Sidi Ifni y el Sáhara Occidental provocada entre 1957-1958, tuvo como reacción la intervención del ejército español y la derrota de las partidas marroquíes que intentaron tomar por la fuerza estos territorios. Otro tanto ocurrió con los ataques contra los pesqueros españoles que faenaban cerca de las costas de Marruecos, cuando las Fuerzas Armadas españolas respondían al fuego con el fuego. Dicho esto, también fue Franco el que acabó cediendo Sidi Ifni y Cabo Juby a Marruecos en 1968.

Con respecto a Argelia, desde su independencia en 1962, el país norteafricano fue un foco de atracción de movimientos revolucionarios, independentistas y separatistas de todo el mundo, lo que la convirtió en un problema para la dictadura española, pues partidos de izquierdas y/o separatistas, fueron acogidos sin ningún pudor por Argel.

El tema se complicaría a partir de los primeros años 70. La ONU venía demandando al gobierno español, desde la década anterior, que se realizara un referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental, mientras Marruecos y Mauritania querían repartirse el territorio y, Argelia, apoyaba las posiciones del Frente Polisario para establecer un nuevo Estado en la antigua provincia española.

Aprovechando que el dictador se estaba muriendo, Marruecos, con el respaldo político y logístico estadounidense (No querían que el Sáhara cayera en manos de un socio de los soviéticos como era Argelia) lanza la Marcha Verde.

Ante esta situación, don Juan Carlos (en esos momentos sustituyendo en la jefatura del Estado a un Franco moribundo) toma la decisión de retirar las tropas españolas del Sáhara. ¿Por qué? Pues, porque no quería empezar su reinado con una guerra en la que iban a morir españoles por un territorio del que habíamos decidido retirarnos, y del que los saharauis querían que nos fuéramos (No hay que olvidar que los atentados del Polisario provocaron, y provocarían posteriormente, muertos entre los civiles y las tropas españolas).

Razón de Estado y Equilibrio del Poder español sobre el Magreb:

Aunque en los siguientes años, el proceso de Transición de la dictadura a la democracia acaparó la atención de los gobiernos, las relaciones exteriores se fueron entrelazando con la realidad cotidiana de los españoles: Ataques del Frente Polisario contra pesqueros y buques de la Armada; El apoyo argelino a grupos separatistas canarios y vascos; Las reivindicaciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla… por lo que los decisores políticos fueron conformando una estrategia para el norte de África cuyo fin era preservar la integridad territorial y reducir la incidencia de los tres actores sobre España.

La maniobra, como se pueden ustedes imaginar, tenía como principal doctrina los principios de la Razón de Estado y el Equilibrio del Poder.

El plan era sencillo: Mientras Marruecos se mantuviera focalizado (militarmente primero, diplomáticamente después) en el conflicto del Sáhara Occidental, no dirigiría su atención hacia Ceuta, Melilla y las islas y peñones que España tiene frente a las costas del reino alauita.

Por otra parte, Argelia y el Frente Polisario debían cesar en el apoyo político e incluso militar a los grupos terroristas españoles y, para ello, había que demostrarles (económica y políticamente) que no les era rentable hacerlo.

Con este objetivo en mente, los diferentes gobiernos españoles (de izquierda o derecha) pusieron en marcha toda una serie de acciones: Entre ellas,

  1. Formar parte de las principales estructuras internacionales (CEE-UE y OTAN, esencialmente, aunque no las únicas). Ni que decir tiene que, mantener la integridad territorial, no fue el único objetivo para pertenecer a estas organizaciones.
  2. Mantener un distanciamiento equiparable y armónico con los tres actores.
  3. Conservar, en todo momento, la capacidad y la calidad de las Fuerzas Armadas españolas por encima de las marroquíes y las argelinas.
  4. Equilibrar las fuerzas (políticas, económicas y militares) entre los tres contendientes.
Flota Española. cimdecadiz.es

En pocas palabras, los gobiernos españoles no querían que ninguno de los tres actores despuntara por encima de los otros y que, nuestra neutralidad (acompañada por la pertenencia a las organizaciones citadas y la disuasión militar), trabajara a nuestro favor haciendo que los tres protagonistas intentaran atraernos hacia sus posiciones, beneficiando a nuestros intereses, sin que en ningún momento tuviéramos la intención de decantarnos abiertamente por ninguno de ellos.

Evidentemente, los diferentes gobiernos enmascararon esta estrategia bajo convicciones amparadas en las buenas relaciones de vecindad, el derecho internacional y los auspicios propiciados por la ONU para encontrar una solución de consenso que beneficiara a todas las partes en el conflicto del Sáhara Occidental.

Y por supuesto, tanto Argelia como el Frente Polisario y Marruecos, fueron conscientes de la posición española e intentaron a lo largo de las pasadas décadas hacer fracasar esta estrategia. Sin embargo, la inalterable postura de los diferentes gobiernos se mantuvo pese a las presiones de todo tipo: El uso marroquí de la inmigración ilegal, la captura de pesqueros, la creación de un fuerte lobby en España… Por su parte, Argelia utilizó como moneda de cambio la venta del gas, la inmigración… Y el Frente Polisario, la relación especial que mantiene la sociedad española con los saharauis y su proximidad a los partidos políticos españoles.

Conclusión:

Digamos algo evidente: Las interacciones entre los Estados están basadas en una relación de Poder. La ideología o el bien y el mal, no cuentan en la ecuación. Cuentan los intereses.

España ha defendido sus intereses en el norte de África bajo la doctrina de la Razón de Estado y el Equilibrio de Poder desde el inicio de la democracia.

Pedro Sánchez ha cambiado este paradigma sin contar ni tener el apoyo de parte de su gobierno, ni del Parlamento y, sin que hasta la fecha, conozcamos por qué lo ha hecho, qué ha recibido España como compensación o qué estrategia va a sustituirla.

La posición negociadora de un país depende de las opciones que se vean que tiene. Reducirlas, favorece los cálculos del adversario.

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